Se dice que uno de los caminos para sobrevivir en el mundo con riesgo de caer en la egolatría es asistir a la universidad, sinónimo de un futuro mejor. Se conoce por parte del ministro de educación  que se tienen 14 universidades (9/7/17 pág. 18 Juan Godoy y Carmen Gaytán). En el mismo rotativo se lee: entre 2016 y 2017 han desaparecido en los últimos 18 meses 26 personas diarias (10/7/17 Alex Rojas y Glenda Sánchez pág. 6 Prensa Libre). Adelante encontramos: “La realidad económica, política, social debe ser estudiada. Las universidades se degradan, la nacional se considera un botín político, y las privadas están orientadas al lucro” (10/7/17 Manuel Villacorta pág. 40 Prensa Libre).

En la palabra de Dios tenemos: “…No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne” (Ec. 12:12). “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Ro. 8:6). Leamos “…La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan” (Esd. 8:22). ¿Cuál es tu condición? Nuestro paso por el mundo es fugaz, es un periodo donde nuestra fe es probada para llegar a la vida eterna. Si no nos afanamos y cansamos buscando la comida, la bebida y el vestido, creeremos el consejo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33).

La superación en los estudios, requiere eva-luaciones o pruebas, más alto grado más pruebas. En el camino a Dios las pruebas son para que nuestra fe se mantenga y crezca para agradar a Dios quien nos da su palabra, su Espíritu y su ejemplo en su Hijo, que nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas” (Mt. 11:28-29). ¡Que bendición!, máxime ahora que el fin se acerca.

 

Lo que Dios espera de su pueblo

 

Tito, joven fue convertido por Pablo al evangelio, le acompañó a Éfeso, lo envió a Corinto, donde recogió fondos para los pobres de Jerusalén, lo consideró capaz, sabio y prudente, para conocer y resolver problemas de la congregación. Lo dejó en Corinto para edificar a los hermanos de la iglesia; se menciona que viajó a Roma para reunirse con Pablo. Cuando Pablo le escribe a Tito le habla de las buenas obras, no para salvación, sino como retribución, por la gracia y misericordia de Dios al redimirnos: en el (Cap. 2:1-14), explica la doctrina para ancianos, ancianas, mujeres jóvenes y para los esclavos, cuidando el TESTIMONIO, evitando las críticas de los enemigos del evangelio. En él se habla del regreso del Señor, que nos mueve a ser piadosos, o sea la comprensión o clemencia a las personas necesitadas, especialmente a quienes no conocen la verdad.

El apóstol Pablo escribe: “…sé ejemplo de buenas obras (…) porque somos un pueblo: celoso de buenas obras” (Tit. 2:7-14). “…pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9). “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación (…) somos  embajadores en nombre de Cristo” (2 Co. 5:18-20).

Gracias Señor por sacarnos del mundo donde estuvimos engañados, buscando satisfacer: “…los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y  la vanagloria  de  la  vida,  que  no  proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:16-17).

Gracias Señor por tu obra, por tu palabra, por los testimonios de los jóvenes que oyeron tu voz y se convirtieron para hacer tu obra en los primeros años de la iglesia donde Pablo, Timoteo y Tito trabajaron, cuando no existían templos como hoy, pero ellos a pesar de la oposición y persecución, se mantuvieron en pequeños grupos, creyendo en tu promesa: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20).

Gracias al apóstol Pablo quien dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1). Gracias por los que dejaron el mundo para seguir a Cristo, teniendo la convicción: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:21).

Gracias Señor por la promesa: “…Sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Ro. 13:8). La escritura que recibimos con fe, obra. Y nos dice: “Ejercítate para la piedad que agrada a Dios y sirve a los necesitados” (paráfrasis 1 Ti. 4:7-8). Amén.