Dios, como el artífice y creador de todo lo existente, plasma en -sus- seres superiores la vida. Y es así como la iglesia, compuesta por hombres, genéricamente hablando, hechos vivos e incluidos dentro del cuerpo espiritual de la congregación y además, compuesta en la comunión perfecta de sus santos, se constituye, en ella misma y sus componentes -los escogidos del Dios vivo- en un “cuerpo vivo”, el cual tiene presencia, mediante: un nacimiento, un carácter, una personalidad, una historia, un fundamento divino, un comportamiento, una evolución y una actitud bien definida en cuanto a sus metas y objetivos.

En su momento también llegará a su epílogo, cuando en gloria será arrebatada en los cielos a celebrar las bodas del cordero juntamente con Jesucristo. ¡Qué glorioso día! “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4:16-17).

         Creo que es de suma importancia conocer el pensamiento de Dios en cuanto a lo que para él es y significa “Su Iglesia”. Y es precisamente comprender que en ella está inmersa la más grande manifestación de amor y misericordia; en un misterio, que al unir dentro de su seno, ya no sólo a una nación, sino trayendo de los cuatro puntos cardinales y razas del globo… Sin acepción de personas, se coloca “Él” mismo en Jesucristo, como el principal fundamento y es así que nace la iglesia como “Ente Vivo”, porque en él está la vida. Veamos entonces, que la iglesia nace viva: “Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo…” (Ef.2:17-22). Aquí vemos claramente el NACIMIENTO de la iglesia, cuya base principal es Cristo y confirmada por el trabajo y ejercicio de los profetas y los apóstoles, aquí no hay discusión. Pero ahora vemos que el versículo 21 describe un crecimiento con el propósito de un apartamiento y exclusividad, y dice: “…en quien (en Cristo) todo el edificio, bien coordinado, va CRECIENDO para ser un templo santo en el Señor”. Al hablar entonces de un crecimiento se concibe en nuestro corazón: que aunque vivo, a la vez hay un proceso espiritual evolutivo con sus cambios y consecuencias, las cuales tendrá que ir sufriendo en la formación como la define el verso 22 “…para morada de Dios en el Espíritu”. Vemos que todo ser vivo en su desarrollo, crecimiento y desenvolvimiento, pasa múltiples etapas y circunstancias, que aunque tal vez se aparenta de adversas, forman parte de un propósito. Es así como podemos ver la presencia de bacterias, hongos, flagelos, virus y parásitos, representados por falsos profetas, falsos maestros, hombres amadores de sí mismos, apóstatas, etc., los cuales son capaces de provocar enfermedades al cuerpo vivo de la iglesia, la cual puede sufrir apatía, desánimo y frustración en los elementos más susceptibles. Sin embargo, mediante el sistema “inmunológico espiritual” activado por verdaderos siervos de Dios, cual atalayas y “linfocitos espirituales” pelearán por la justicia, mediante el espíritu y la palabra con el rema divino que es dar la verdadera medicina. En toda esta vivencia, Dios dentro de su cuerpo vivo ha incluido adicionalmente a hombres con diversidad de dotes y dones, no para uso ni provecho personal sino para edificación de todos: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…” (Ef. 4:11-12). En otros dones: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe (…) dones de sanidades… el hacer milagros… profecía… discernimiento… lenguas… interpretación de lenguas… Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Co.12:8-11). En el cuerpo de Dios, entonces, él coloca los diferentes miembros donde él quiere y en su sabiduría conseguirá que su iglesia crezca fuerte y saludable, hasta alcanzar la medida o estándar, marcada con el testimonio de vida en Cristo-Jesús, el cual constituido como cabeza, llevará por el Espíritu a su cuerpo por el mejor camino rumbo a la eternidad.

         Amado hermano, somos los seres más privilegiados del universo al pertenecer a este grandioso cuerpo espiritual “VIVO”, que ríe, que llora, que ama, que sufre penalidades, que crece, que a veces enferma, que a veces es debilitado a causa de sus mismos males, pero que luego sana y avanzamos con una grande esperanza, de que Cristo es nuestra cabeza y que en él estamos seguros. Además, en él somos ya más que vencedores. No te separes nunca de este bendito cuerpo “VIVO para VIDA” y seremos felices hoy, mañana y por la eternidad. Así sea, amén y amén.