En estos últimos tiempos, el mundo experimenta a pesar del incremento de la ciencia; pobreza, desnutrición y a consecuencia la naturaleza muestra inundaciones o sequías, que angustia en las ciudades “desarrolladas” se incrementa en forma gradual la contaminación ambiental, la corrupción social, la degeneración moral, porque los padres buscan elevar su nivel social, dejan la educación de los hijos de esto viene la degeneración moral, corrupción, surgiendo en la adolescencia o juventud un incremento en el lesbianismo o el homosexualismo.

El hombre al no buscar la VERDAD trata de apaciguar los males haciendo convivios, surgiendo drogadicción y con ello la enajenación mental y sus efectos crecientes y negativos; lo anterior es el resultado del engaño que ejerce el príncipe de este mundo.

Por toda la maldad, Dios en su misericordia envió la salvación  para que creamos, a JESUCRISTO SU HIJO, el cual dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn.14:27). ¿Quiere vida eterna? aborrezca el mundo y ame a Dios, porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida si somos: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro.5:1). Gracias padre, porque has escondido de los sabios y entendidos de este siglo que aman el dinero y desprecian a los pobres. Gracias a quienes tú das la palabra y el Espíritu para ser libres de malicias, codicias, concupiscencias, y del amor al dinero que es la raíz de todos los males. Gracias Señor por el nuevo nacimiento que nos ayuda para alumbrar a este mundo. Te alabamos Señor porque con tu palabra, buscamos el oro para ser afinado ayudando a los necesitados, llevando las buenas nuevas y anhelamos tener las vestiduras blancas.

Ayúdanos Señor a morir al mundo, y pelear para gozar de la vida eterna. Te necesitamos para no afanarnos por lo terrenal, si no que preocuparnos en buscar sobre todo, tu reino y tu justicia, con la esperanza de ver al Señor Jesús en Nazaret leyó: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor” (Lc.4:18-19). Lo que Dios espera de sus hijos, a los que oímos y le creemos: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn.8:31-32). También Leamos: “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida…” (Fil.2:15-16).

Dios para guiarnos revela las condiciones de las iglesias del fin: A Efeso: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor (…) arrepiéntete, y has las primeras obras…” (Ap.2:4-5).

A Sardis: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida…” (Ap.3:5).

A Filadelfia: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de prueba que ha de venir sobre el mundo entero (…) retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap. 3:10-11).

A la Odisea que dice: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, (…) y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Ap.3:17-21).

Señor danos tu palabra cada día, úngenos con tu Santo Espíritu, aumenta nuestra fe, para agradarte y hacer tu obra con amor, como tú nos amaste. Amen.