Hace muchos años en los días de mi juventud, oí un pensamiento muy profundo que impactó mi vida por su contenido de sabiduría e inteligencia. Y decía -del poeta francés- Paul Louis: “La juventud no está hecha para el placer, sino para el heroísmo”. Medité profundamente en estas palabras, que creo encierran un amplio criterio al respecto de cómo desperdiciamos nuestra juventud en cosas vanas que destruyen paulatinamente nuestros valores y en ocasiones, aun el deterioro de la salud a causa del derroche que provoca el pecado en la vida. La juventud es pasajera y la palabra de Dios se refiere a ella: “…aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad” (Ec.11:10). Además, enfatiza el siguiente versículo: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento…” (Ec .12:1).

Amado joven, creo que hemos equivocado el camino. El mundo cada día pretende atrapar tus sentidos mediante vicios, sexo, tecnología de punta, deportes extremos, juegos de azar, homosexualismo, la rebeldía, drogas y aún a perversiones esclavizantes que incluyen satanismo, inducción al suicidio, etc. Todo esto es una estrategia bien entrelazada por el maligno que pretende al final destruir las “pobres almas”, llevándolas así a la condenación eterna. Recordemos que una mente enajenada, es incapaz de discernir entre el bien y el mal y que sólo el amor, la misericordia a tiempo mediante esta instrucción, basada en la palabra de Dios, será capaz de liberarte de las fauces del infierno. La escritura está llena de sabiduría y Proverbios 5:3 advierte que: “…los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos”. Y advierte enfáticamente: “Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa…” (V.8).

Ciertamente hay grandes virtudes y un inagotable potencial de: fuerza, destreza, brillo, vigor, agilidad y aun belleza en la juventud. Es por esto que: “el viejo” es menospreciado. Siendo que por los golpes es más lento, recatado, temeroso, etc. Sin embargo, la vida y la palabra de Dios en la vida de un ser maduro, pretende -menos movimientos y más efectividad-. Dice un dicho popular: “El león viejo, caza echado”. Dios en su sabiduría pretende, entonces, formar en sus hijos seres más sabios, temerosos, cautos, inteligentes, victoriosos. Y esto no se consigue sino con un proceso de formación y fortalecimiento de valores espirituales en la vida aún del infante, a lo cual dice la palabra: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr.22:6).

Es por eso que cada joven debe de considerar el escaso tiempo de oportunidades para prepararse, para conquistar metas a corto y largo plazo, presentando diligencia en el aprendizaje de la sabiduría y el amor a Dios y a los semejantes, preparándose para la vida, porque luego con responsabilidades que demandan a un adulto, ya no habrá oportunidad, aunque quisiera. Planifica tu tiempo poniendo en primer lugar al Dios altísimo, quien siempre tendrá la mejor respuesta y recompensa. Leamos: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal.37:4).

 

¿Y cuál es el consejo para ti joven?

 

Lee y escucha atentamente lo que el Señor te enseña hoy. En primer lugar, limpia tu vida. Leamos: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra (…) En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal.119:9 y 11). Tienes que reconocer tu incapacidad y la necesidad de ser guiado y guardado. Luego dice: “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud” (léase Lm.3:27-33). Esto es dedicar tu tiempo y tu vida al servicio de Dios, en oraciones, visitas a los enfermos y necesitados, velando por la viuda y el huérfano, buscando la piedad y las buenas obras. No siendo ociosos, sino ocuparnos sin reservas. El apóstol Pablo recomienda a Timoteo, su hijo espiritual: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. …ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti…” (1 Ti.4:12-14).

Por otro lado, busca ser discípulo y no maestro, asociándote con los humildes, los espirituales y huyendo de aquel que no te edifica: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co.15:33). Cuida y valora bien tu vida y tu tiempo: “…aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef.5:16). Hay además, algo fundamental para ti: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti.2:22). Se traduce esto, para mayor claridad, en dejar esas pasiones de “noviazgos enfermizos” y sin metas definidas, más que la estimulación temprana a un -sexo ilícito- y sin futuro, el cual traerá angustia y luego de un placer superfluo y pasajero, la vergüenza y deshonra para ti y para los tuyos. Enlazándote aún en matrimonios de “emergencia” que lo más seguro, terminarán en fracaso irreversible.

Hijos, oigan la voz de Dios a través de la profecía y el consejo. No busquen la complacencia en el pecado, el cual trae fracaso, aflicción y muerte espiritual. Busquemos al Señor mientras pueda ser hallado y luchemos con este lema: ¡¡¡ADELANTE JUVENTUD!!! Cristo ya venció y en él, somos más que vencedores. Que Dios te bendiga y te llene de su Espíritu, amado joven. Amén y Amén.