Bueno, la mente humana es tan compleja y cada quien tendrá que convencerse al final, que todo queda en teorías e imaginación de los errados hombres mismos. Pero en sí, la mente: “es un conjunto de facultades cognitivas (del conocimiento), que engloban procesos como la percepción, el pensamiento, la conciencia, la memoria, etc.”

Esta es, entonces, como un archivo o bodega de elementos que se acumulan por enseñanzas, experiencias y conocimientos adquiridos. Aquí entra cualquier información -veraz o no-, la cual se convertirá en criterios, que en su momento serán nuestras armas y elementos de juicio y sobrevivencia sobre este mundo. Entonces la mente, dicho de otra manera,  es lo que hemos obtenido como información del medio, el cual nos ha rodeado y formado desde nuestro nacimiento, hasta la muerte misma; y ha de reaccionar aún en el subconsciente del hombre.

         Dice la Palabra del Señor: “…y el mundo entero está bajo el maligno” (1Jn.5:19). Esto quiere decir, que Satanás mediante los sentidos materiales, obliga al hombre a percibir el medio a su -sabor y antojo-. Lo educa y maneja sensualmente, alimentado su -mente- con “información”, la cual forma una base de falaces datos que bajo engaño, se afirman más y más, ahogando en la mente del hombre cualquier idea de eternidad, Dios no cabe. A más intelecto, menos esperanza de fe y Espíritu. El hombre cree en lo que ve u oye nada más y es allí, en donde se encierra en un círculo vicioso de materialismo, existencialismo y supervivencia.

         El problema es que en el mundo no hay ninguna otra alternativa. Entonces, la mente mal formada ha de tomar por completo el control, ya no sólo de los pensamientos, sino de la conducta misma; convirtiendo y sometiendo a todo humano a un orden de esclavitud de pecado, desobediencia, competencia desleal y en un espíritu de fatal avaricia, construirá su propia horca. En resumen, si obedecemos a la mal formada mente, moriremos eternamente. ¡Pero hay algo muy importante! mientras el problema es sólo mental, quizás habrá una serie de luchas y “enluchados…” y son aquellos momentos en los cuales vienen dudas, ideas, malos pensamientos, frustraciones, decepciones, etc., pero aún el “corazón” está intacto… ¿el corazón? Sí, el corazón.

 

¿Y qué es el corazón?

 

         Bíblicamente, el corazón se refiere a la parte interna de alguien, digo, a quién realmente es la persona: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él…” (Pr.23:7). Quiere decir que mientras el mal está en la mente, son sólo ideas, hay esperanza. Pero cuando aquello está ya arraigado en el corazón, el problema se vuelve sumamente complejo y nadie podrá salir solo de las fauces del maligno, quien no sólo tiene cautiva la mente, sino un control absoluto de la conducta y proyectos del susceptible hombre, el cual ya se encuentra aún obsesionado biológicamente, mediante trampas engañosas: pasiones, aberraciones, vicios, dependencias, las cuales como lazos atan por completo el ser integral de cualquier mortal.

         Por eso dice la Escritura: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pr.4:23). Aquí entendemos que hay muchas cosas que guardar, pero en orden de prioridades está el cuidar de lo íntimo y personal que interesa al alma misma. Qué importancia le da la Palabra aún a nuestras expresiones, ya que hablan de las -intenciones- del corazón,  dice: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mt.15:18-19). En algún momento leí una frase, que creo que encaja muy bien: No podemos evitar que las aves (pensamientos equivocados) vuelen por encima de nuestra cabeza, pero evitemos que hagan su nido (que bajen al corazón).

         Amados hermanos, estamos en graves problemas, ya que el mundo con sus argumentos y recursos torció desde nuestro inicio nuestra mente, andando sin entendimiento ni esperanza, a la deriva, rumbo al infierno, ya que muchos fuimos aún contaminados en nuestro corazón. Fue entonces, cuando oímos una voz de esperanza mediante el evangelio de Jesucristo, quien vino a operar el milagro de milagros, el cual es precisamente el cambio de naturaleza y de Espíritu. Según la Palabra profética y segura, a la cual nos hemos acercado y que dice: “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras (llamado), y os traeré a vuestro país (el Reino de los Cielos). Esparciré sobre vosotros agua limpia (su Palabra), y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias (pecados); y de todos vuestros ídolos os limpiaré (obsesiones y vicios). Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (nuevo nacimiento por el Espíritu Santo en nosotros)(Ez.36:24-27). Qué más pedimos ¡sigamos adelante hacia la victoria! Poniendo nuestra única esperanza en Jesucristo, el autor y consumador de la fe, purificando cada día nuestro corazón con una esperanza viva. Así sea. Amén y amén.