Como iglesia crecemos en asistencia, pero una evaluación de efectos debería ser la norma en todos los sectores y determinar si el amor y la fe se mueven en forma positiva. El Señor dice: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt. 22:14). La palabra de Dios es poderosa, ya que corre y encuentra a los perdidos y confundidos, evidenciando la fidelidad y el amor a Dios. Y nos enseña a vivir en unidad y santidad, para mostrar ese testimonio que la palabra cayó en buena tierra y está dando los frutos que muestran el amor, la fe y la esperanza de la vida eterna.

Según las Escrituras, estamos viviendo el tiempo del fin, teniendo como señales el enfriamiento del amor y la decadencia de la fe; pero como paradoja, hay más iglesias y muchos pastores. Y la ciencia, así como la delincuencia se acrecientan, no digamos la degeneración sexual, que se apoya y se aprueba en los países “desarrollados” (léase Romanos 1:25-26). Otro pasaje nos dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro. 12:2).

La iglesia está en tiempos peligrosos en donde debemos pedir la guía de Dios y trabajar con fe. Para ello, esperamos la guía de Dios, para encontrar en la palabra, la forma de acercarnos a nuestra juventud para que valoren y entiendan la ayuda del Espíritu de Dios. Tenemos en nuestra iglesia como la mayor población y con más debilidades, a los adolescentes y jóvenes que, por necesidad o ambición, salen a trabajar o estudiar. Y la mayoría sin fe y lo más grave, sin la llenura del Espíritu Santo.

Vemos que se hacen retiros para recibir doctrina, el día sábado y domingo, con presencia masiva numérica. El tiempo invertido y los temas son de valor doctrinal, pero si no hay seguimiento en el hogar, se corre el peligro de no tener cambios en la conducta de los asistentes. El Señor dice a la iglesia: “…separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Por ello, en estas reflexiones buscamos tomar ejemplos de la palabra que conocemos.

Dios quiere que seamos su verdadera iglesia, leamos el siguiente pasaje: “…ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí…” (Jn. 5:38-39). 

Pero si los padres no leen la palabra, lo más probable es que el joven siga el ejemplo de los padres. Jesús dijo a sus discípulos: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras…” (Lc. 24:44-45).

Las Escrituras se deben entender. Si no se da esto, el padre dará la explicación al hijo. Esa comunión es primordial para la unidad y comunión en el hogar. El que entiende la palabra conoce a Dios y se dará la amistad: padre – hijo.  Lemos el siguiente pasaje: “Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch. 17:11).

Timoteo, temeroso de Dios, hijo espiritual de Pablo, fue compañero y ayudante de Pablo. Nació en Listra, fue hijo de una madre judía y padre griego. Fue muy estimado por los de Listra e Iconio. Estuvo con Pablo en su enfermedad. Fue compañero del apóstol Pablo en sus padecimientos. Acompañó al apóstol Pablo en su sufrimiento.

Timoteo acompañó al apóstol Pablo en su último viaje. Viajó con el apóstol Pablo a Atenas e hizo el último viaje con el apóstol Pablo a Jerusalén. Y el apóstol Pablo lo menciona como coautor de varias de sus cartas. Fue a Tesalónica a confirmar a los creyentes. El apóstol Pablo lo describe como un siervo de Dios en el evangelio, con prestigio entre los apóstoles. Fue emisario personal del apóstol Pablo en el viaje a Jerusalén y lo menciona como un fiel compañero. Fue el que más trabajo para la iglesia gentil.  Dejó a Timoteo en Éfeso. El apóstol Pablo lo considero como sucesor en la obra.

Lo que nos causa mayor interés, es lo que Dios permitió hacer a la madre del joven, quien con la palabra y el Espíritu Santo, le enseñó a amar a Dios, a tener fe y cooperar con el apóstol Pablo. Pidamos a Dios de su Espíritu para poder seguir su ejemplo y amar a Dios. Que Dios les bendiga. Amén.