Existe desde tiempos muy antiguos la tendencia de Satanás a manipular las conciencias de los hombres, utilizando para tal fin muchas estrategias y recursos.  A lo largo de los siglos se ha perfeccionado cada vez más y más logrando esclavizar a multitudes, que al final de sus días terminan, lamentablemente, condenados en el infierno.

Un día el Señor Jesús, que conocía perfectamente a su enemigo Satanás, dijo a sus discípulos: “Mirad, pues, cómo oís…” (Lc. 8:18). Indicándoles la profunda atención que debemos ponerle a las cosas que oímos. Debemos ser prudentes para atender lo que oímos, porque no todo lo que se oye como que es de Dios proviene de Dios. La simpleza es uno de los principales males de los hombres y les lleva a ser presas fáciles de hábiles líderes religiosos que manipulan sus conciencias, los esclavizan bajo un manto de engaño y mentiras que parecen verdad.  Dijo también el Señor Jesús: “Si alguno tiene oídos para oir, oiga. (…) El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina?… Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.  Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”  (Mr. 7:16-23).

Lea cuidadosamente cada uno de los males que contaminan al hombre a través de una conversación o una prédica de alguien que no está siendo usado por el Espíritu Santo de Dios sino por Satanás.  Él se disfraza como mensajero de verdades y tiene apariencia de piedad;  tiende a ser muy paternalista y se esfuerza por convertirse en bastón y guía de ciegos; los domina con la zalamería de sus labios y los conduce por donde ellos quieren.

Nuestro Señor Jesucristo y un verdadero siervo de Dios no actúan así -no guían ciegos-, abren los ojos a los ciegos mediante la verdad y luego los invitan a que los sigan de manera voluntaria. Jesucristo decía: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen…” (Jn.10:27). Las iglesias modernas carecen de un mensaje que santifique, la contaminación es cada día más grande; ellos son muy sutiles para esclavizar las conciencias de sus feligreses. La seducción es evidente (por cierto, serpiente en hebreo significa: seducción) y ese es el procedimiento natural del falso evangelio, los fascinan con falsas promesas y con “prodigios mentirosos”, maravillas de mentira que no son más que trucos bien calculados para engañar a las gentes.  Dice la palabra de Dios: “Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios. Al punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; (…) Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (Pr.7:21,22 y 27). Impresionante la forma como el Espíritu Santo describe la astucia de la serpiente -personificada en la mujer-, la cual a su vez es un tipo de la falsa iglesia de Cristo y cómo la humanidad, representada por este joven y además simple, es esclavizada y arrastrada a la condenación eterna, mediante estas dos formas de ministrar su contaminación al corazón del hombre, y son: 1). Lo rindió «con la suavidad de sus muchas palabras» o como lo dijo Dios a través del profeta Jeremías: “…yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas (…) y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas…” (Jer.23:31-32). Y 2). Lo obligó «con la zalamería de sus labios»  –Zalamería es: demostración de cariño de manera exagerada y empalagosa-,  esto lo advirtió el apóstol Pablo cuando se refiere a los falsos profetas de aquella época: “Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Ro.16:18). El método del diablo no ha cambiado, sólo se ha perfeccionado y su propósito sigue siendo el mismo, llevar al hombre a la condenación eterna. El diablo no se quiere ir solo al infierno y sabe que su tiempo se le acaba. Por eso mis amados hermanos y consiervos en Cristo, seamos mansos como la paloma y astutos como la serpiente; estamos viviendo en medio de lobos.  La verdad es fácil de demostrar, es luz en las tinieblas, es sal en el mundo y ella cae por su propio peso.  Pero querer demostrar que la mentira es verdad, es muy complicado y se requiere de muchas artimañas, argucias, mentiras, sofismas (argumentos falsos con apariencia de verdad), astucia, etc.

Hermanos y consiervos de Dios, hemos sido llamados por el Señor Jesucristo a pregonar la verdad, no sólo con los labios, sino con nuestra propia vida. Que Dios haga descender de su poder y nos capacite para esta labor.  Dios les Bendiga.