El tiempo del fin se acerca. Según las profecías hay muchas iglesias, pero su efecto en el mundo no muestra el cambio que desea la humanidad. Las personas buscan paz y tranquilidad con la satisfacción de los deseos de la carne y de los ojos, se alegran con las glorias vanas, la Biblia dice: “Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn.2:17).

Está profetizado que cuando el Señor venga, la fe en la tierra escaseará y el amor que surgió después de la resurrección, se está enfriando. La ciencia se acrecienta pero los resultados de ello son: pobreza, violencia y corrupción a todo nivel. Hay un remanente, como está escrito Dios llama a muchos que llegan a la iglesia, pero pocos se quedan. Dios no busca cantidad, él espera calidad. Gracias Señor, porque el remanente experimenta: cambios, hay fe y amor, no sólo entre hermanos, sino que también para con los que están en el mundo, donde estuvimos engañados bajo el príncipe de este mundo que mata, roba y destruye. Por esa razón, sufrimos sequías por un lado y las inundaciones por otro. Los ríos desaparecen y si permanecen, no son atractivos sino peligrosos por la contaminación que proviene de los resultados científicos que producen muerte en lugar de vida.

Lo anterior, nos mueve a reflexionar sobre lo que estamos haciendo con la iglesia que cree en Dios, porque nuestro trabajo en el mundo es buscar a los perdidos y confundidos como estuvimos nosotros; afanados por hacer fortuna, buscando un estatus para servirnos de los demás. Gracias Señor porque en tu palabra encontramos que: “No sólo de pan vivirá el hombre” (Mt.4:4). Así le contestó el Señor Jesús a Satanás cuando lo tentó, al salir de un ayuno de cuarenta días. “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn.4:34). Para él, salvar vidas era su comida, era acabar su obra. Para no afanarnos con comida, bebida y vestiduras dice: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt.6:32-33). Para la iglesia verdadera se nos dice: “… y libertados del pecado vinisteis a ser siervos de la justicia” (Ro.6:18).

El salmista nos declara que somos bienaventurados si guardamos sus mandamientos y agrega la paz si guardamos la ley, lo cual quita todo tropiezo. La ley está resumida: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Ro.13:8). Jesús nos enseña a negarnos como dijo a sus discípulos: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn.4:34). Ahora nos toca salir a predicar con fe, dando de comer al hambriento y de beber al sediento.

Hermanos, para hacer la obra además de la palabra, necesitamos el Espíritu de Cristo para ser sabios e inteligentes. Salomón nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Pr.1:7). Y el conocimiento del altísimo es la inteligencia.

Cuidado con el engaño del mundo porque su sabiduría será destruida. Como dice Pablo: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos (…) ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?” (1Co.1:19-20). Dios, ayúdanos a no buscar lo que el mundo ofrece. Vivamos con la sabiduría que Dios nos da para hacer su obra y esperar su venida.  Amén.