En el mundo la población se incrementa y con ella la maldad al estar bajo el maligno que engaña, como lo hizo con Eva. La serpiente dijo a la mujer: no moriréis; y por ello, Dios dice: sed salvos de esta generación perversa que se afana por la comida y el vestido. Pero los conocedores de la verdad, sabemos que el mundo pasa y sus deseos, pero al hacer la voluntad de Dios viviendo en el Espíritu, permaneceremos para siempre, que se traduce en: vida eterna. Dios nos dice: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas (materiales); pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt.6:32-33). Para ver el reino Jesús le dijo a Nicodemo: es necesario nacer de nuevo. Para entrar al reino necesitamos pasar por tribulaciones y para heredarlo debemos ser justos (ver Juan 3:3, Hechos 14:22 y 1 Corintios 6:9).

¡Señor! ayúdanos a buscarte, ayúdanos a llevar tu palabra para vivir con la fe que te agrada y que vence al mundo, cuyo fin se acerca porque el amor a Dios se enfría, la fe escasea y la ciencia crece. ¿Cómo…? ¿El amor se enfría y la fe escasea? Hoy hay más congregaciones llamadas cristianas, muchos seminarios y predicadores, pero Jesús dijo: “…Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mt.24:4-5). “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (V.14).

El crecimiento de la ciencia implica efectos malos y negativos para muchos pobres que viven en el campo, experimentado las consecuencias de los agroquímicos, llámese pesticida, insecticidas, fertilizantes que contaminan el aire, los ríos, los lagos y hasta el mar; matando o enfermando a hombres y animales que antes servían a las familias del área rural como alimento o para obtener algunos ingresos. Sumemos a esto, la destrucción del suelo orgánico que Dios dejó para sostén y nutrición de las plantas, que contienen en forma natural el medio biológico que transforma los desechos en la materia orgánica en humus que hace que la tierra produzca, sin dañar plantas o frutos a treinta, sesenta y a ciento por uno. Pero los productos de la ciencia se terminan, limitando el alimento al hombre y a los animales. Lo anterior viene a perjudicar la nutrición que afecta la salud y la educación en las familias de pocos recursos, que emigran a la ciudad, donde vemos a niños trabajando o robando para subsistir, al grado que muchos son enrolados en la delincuencia juvenil.

El problema es que los gobernantes ofrecen soluciones, pero cada año la delincuencia crece. Los dirigentes caen en la corrupción, revelando que las cárceles son insuficientes e inapropiadas, al grado que la justicia se cuestiona. Frente a esta condición, los que ignoran a Dios están confundidos y desesperados, enfermos por tanta promesa sin ver cambios y hay temor a todo, menos a Dios. La palabra nos dice: “Maldito el varón que confía en el hombre (…) Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jer.17:5 y 7).

Toca al pueblo de Dios no dejar de anunciar el reino y su justicia porque: “El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra. Por su maldad será lanzado el impío; mas el justo en su muerte tiene esperanza. En el corazón del prudente reposa la sabiduría; pero no es conocida en medio de los necios” (Pr.14:31-33). Entendamos lo que Dios dijo a su pueblo: “¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás” (Is.1:4).

Señor, ayuda a tu iglesia para conocer tu juicio, para no dejar de anunciar tu salvación al mundo que se pierde y entendamos que tú nos has llamado. Ayúdanos a ser tus discípulos para discipular a los que oyen tu palabra y llegar a los pobres con tu evangelio que nos salva, y que también puede salvar a otros. Amén.