Quizás, en algún momento de reflexión personal, hemos pensado: ¿Por qué el hombre se inclina tanto sólo al mal? Desde que somos niños sentimos una poderosa fuerza que atrae al hombre hacia las cosas malas. Es muy fácil hacer el mal, lo hacemos sin mucho esfuerzo y esto, a pesar de haber nacido dentro de un hogar integrado y educado, siendo quizás orientados hacia buscar las cosas buenas. Y si esto sucede dentro de un entorno de respeto a las cosas buenas ¿qué pasa dentro de una familia disfuncional? Como es el caso de madres solteras, padres divorciados, uniones de hecho e ilícitas (vidas en adulterio), hijos abandonados criados por abuelos o familiares cercanos, etc. Hay tantos casos y ¿en dónde dejamos aquellos niños de la calle que no conocieron a ninguno de sus progenitores? Que deambulan por las calles de la ciudad; la maldad los envuelve y se convierte en su “modus vivendi” o estilo de vida.

No importa cuál sea el entorno social en donde hemos nacido, el mal está en nosotros y lo practicamos de manera automática. Y me pregunto de nuevo: ¿Por qué? Dice la palabra de Dios: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él (…) ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap.12:9-12). ¡Impresionante! Estamos viviendo en un mundo invadido por Satanás y sus demonios. Este mundo es el reino de Satanás, él es el que gobierna en todos los niveles humanos que existan, en todas las dimensiones y áreas que podamos imaginarnos, él y sus demonios están presentes en todos los acontecimientos que a diario vemos. Ellos influyen en la mente de todos los seres humanos, desde que nacen hasta que mueren.

Analicemos dos casos como ejemplo: 1) La política. Satanás manipula esta rama en el mundo entero, apartando a todos los gobernantes de la tierra, sean estos reyes, presidentes, primeros ministros, etc. Todos ellos obedecen fielmente las ministraciones satánicas en su diario actuar. 2) La Religión. La cual también ha invadido, desde el más alto jerarca religioso hasta el más sencillo miembro de cualquier congregación que no sirva al Dios vivo y a Jesucristo su hijo, ni obedezca fielmente a sus mandamientos; son siervos del diablo e instrumentos de los demonios. Dijo el Señor Jesús a los jerarcas de Israel en aquellos días: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Jn.8:44).

Mis queridos hermanos, no nos extrañemos que admirados y flamantes artistas y predicadores “cristianos”, hagan afirmaciones heréticas en contra de Jesús y su palabra. Ellos son parte de esa nube de falsos predicadores que Satanás envía al mundo para confundir a las multitudes, que embriagadas del vino de Babilonia la gran ramera, gritan eufóricos ¡¡Amén!! Afirmando y complaciéndose de semejantes blasfemias contra Dios y su pueblo. Estos ignorantes de las verdades gloriosas contenidas en la palabra de Dios, se oponen al evangelio santificador de Cristo Jesús y promulgan un mensaje híbrido, seudo-cristiano, aprobando muchas fiestas tales como Halloween, la navidad (no el nacimiento de Jesús), que no es sino una orgía de fiestas libertinas en donde abunda el comercio, la embriaguez y el consumo de todo tipo de droga, con el pretexto que es para celebrar el nacimiento de Jesús.

Mentirosos y farsantes, instrumentos de los demonios, que lo hacen sólo para agradar a su verdadero dios que es Satanás y justificar sus propios pecados, amparándose en distorsionadas y antojadizas interpretaciones bíblicas, disque “inspiradas” por el Espíritu Santo. Cuánta razón tiene el apóstol Pablo cuando dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef.6:12). Sí, mis amados hermanos, esta es la verdadera batalla y estos son los invasores del planeta tierra, el cual se ha saturado de maldad. Los hombres se corrompen siguiendo el mal en todos los estratos sociales. Dice el Señor en su palabra: “…Y el mundo entero está bajo el maligno” (1Jn.5:19). Pero Jesucristo vino a abrir los ojos de los ciegos, a abrir los oídos de los sordos, a predicar las buenas nuevas de salvación; a llamar a las ovejas perdidas, a quitar el manto de luto y vestirnos de alegría; a librarnos del mal y a darnos la oportunidad de alcanzar, mediante la fe en su sacrificio en la cruz del calvario, la bendita salvación.

Mi querido lector ¿Sigue usted el mal? venga a Jesucristo, él lo puede hacer libre para siempre. Amén.